¿Conoces las escuelas bosque o escuelas al aire libre?

La vida ajetreada en la que cada familia moderna se desenvuelve normalmente (grandes ciudades, selvas de concreto, limitados espacios verdes, con ansiedades y angustias que impactan nuestra salud mental y física) hace un llamado a parar y reconectar con las cosas esenciales para nuestro SER.  

Ante este panorama con una grave crisis climática, pérdida de la biodiversidad, desigualdades sociales, el poder transformador de la escuela  tiene la capacidad de ayudarnos a redefinir comportamientos individuales y colectivos, desarrollar competencias ciudadanas que nos permitan cambiar estilos de vida negativos por otros más saludables, consumir responsablemente, custodiar y cuidar el medioambiente, contactar conscientemente con áreas verdes.

Sin embargo, cada vez es más común y gratificante escuchar la necesidad por parte de los padres, abuelos, cuidadores y docentes, de volver al centro de nuestra naturaleza humana, de rescatar la infancia y brindarle a los niños y adolescentes tiempo de calidad, en ambientes seguros, entornos naturales y libres.

En esa búsqueda constante por aportar algo positivo al mundo, crecer como persona y docente, me encontré con valiosos movimientos denominados Bosquescuelas o Escuelas Bosque. Muy comunes en los países nórdicos y en Reino Unido, con influencias pedagógicas y filosóficas  tan importantes como Pestalozzi y  Steiner, en las que busca una conexión profunda con la naturaleza y el aire libre.

Se pueden llevar a cabo en sesiones a largo plazo, paralelas con centros educativos privados, concertados o públicos, también con opciones alternativas como el Homeschooling, asistiendo regularmente, con actividades familiares y con fines terapéuticos.  

Se realizan en entornos naturales, por la naturaleza multisensorial que ofrecen, la variedad de recursos y de gran valor educativo integral (ramas, hojas, insectos, piedras, agua, barro).  

Favorece el juego libre y espontáneo.

Le da relevancia a las relaciones interpersonales: niño-niño, niño-guía, la consolidación de vínculos, la cooperación, la gestión de las emociones, el desarrollo de la creatividad, la resolución de problemas, la toma de riesgos acorde a su nivel madurativo, respetando los ritmos naturales de cada niño.

Desarrolla la capacidad de observación, la exploración, la curiosidad, la experiencia directa, por ejemplo, al detallar los cambios en la naturaleza de un mismo paisaje en las diferentes estaciones del año. 

Potencia el sistema inmunitario, al implementar actividades al aire libre, realizar movimiento corporal, tener contacto con AIRE PURO y el sol.

Cuenta con monitores formados en el área, con estructuras básicas de trabajo, quienes apoyan con proyectos flexibles que dan respuesta a los intereses de los alumnos. También con conocimientos básicos de primeros auxilios al aire libre y pediátricos.

Investiga en tu zona si existen este tipo de opciones educativas, o instituciones que promuevan una vida más ecosocial, redes de escuelas verdes y de educación sostenible.

Gracias por leer y comentar.